martes, 7 de junio de 2011

Sonríale a un agente

Un agente sabe que le van a echar el carro encima, lo van a insultar, le van a recordar a su progenitora
Si bien es cierto que existen muy malos agentes de tránsito, también los hay aquellos que siempre están para echarle la mano a un peatón o un conductor. Como dice el descuartizador, vamos por partes: el trabajo de un agente, tanto de seguridad, como del tránsito, es, por lo general, en la calle.





Uno como conductor o peatón se puede percatar que estos servidores públicos siempre están casi por todas partes, con sus chalecos fosforescentes, gorgoritos, garrotes, gorras, cascos y tradicionales cinchos. Llueva, truena o relampaguee, los vemos entre las calles, avenidas, carriles auxiliares, de noche y de día, guiando a los conductores, acelerando el paso o dándole la vía a peatones. Entiendo que existe mucho descontento por muchos que han sufrido alguna mala experiencia con estos agentes, pero, como los guatemaltecos tenemos la costumbre de generalizar, pues, como todo en la vida, siempre hay buenos y malos. Pero, quiero reiterar mi punto de vista, porque es bastante difícil trabajar en un ambiente hostil. Me explico: un agente, hombre o mujer, sabe o cree que le van a echar el carro encima, lo van a insultar, le van a recordar a su progenitora; sabe perfectamente que está expuesto al humo negro de las camionetas, que vaya si no es nocivo; a ser golpeados, a recibir más de ocho horas sol, lluvia, exceso calor o frío. Por supuesto que quienes trabajamos, siempre estamos expuestos a lo anterior y más, pero un agente, como muchos otros que trabajan en las calles, está sujeto a estar más cerca de todos y cotidianamente. Por eso, me parece que, no se trata de aplaudirlos o alabarlos, pero sí comprender su contexto o lo que están sometidos constantemente. Quizá una sonrisa, una palabra de aliento haría que muchos desempeñen su labor, no digo correctamente, sino con la certeza de no sentirse agredido constantemente. Suficiente tienen nuestros políticos para insultarse entre ellos. Me parece que una forma de comprender a los demás es ponerse en sus zapatos, entender, que una mala decisión puede provocar un accidente, pero una buena, salvar una vida.

1 comentario: