jueves, 14 de julio de 2011

Los perros de Riga

En las costas del mar Báltico, específicamente en Ystad, al sur de Suecia, aparece, durante una mañana de febrero, un bote salvavidas con los cadáveres de dos hombres, que aparentemente han sido asesinados. A través de autopsias, los forenses determinan que los cuerpos, los que presentan heridas provocadas por armas de fuego, no son suecos: son letones. Con esos datos, más los recabados por el mítico inspector Kurt Walllander, inicia esta saga, creada por Henning Mankell y que confirma que la novela policíaca continúa siendo el género por excelencia.


Mankell, nació en Estocolmo en 1948; ha escrito literatura infantil y desde hace muchos años dirige el Teatro Avenida de Maputo en Mozambique, pero es el género negro, el que le ha dado la oportunidad de obtener importantes reconocimientos, adaptaciones televisivas y traducciones a más de 23 idiomas.
A través de la serenidad de Wallander, la forma extraordinaria de sus deliberaciones, intuiciones y resoluciones de los casos más sangrientos y perfectamente planificados, cada una de estas más de 10 novelas que contiene esta saga, se presentan como mejor que su predecesora. En el caso de Los perros de Riga, Wallander, logra descubrir la identidad de los cuerpos encontrados y para eso viaja a Letonia. La novela está ubicada en 1991, durante un proceso de restablecimiento de la democracia. Logra contacto con las más altas autoridades políticas de ese país, quienes se convierten en su aliado, pero a la vez sus más profundos enemigos para resolver ese caso, que va tomando cada vez más un tinte político. Es en esta novela cuando Wallander conoce a Baiba Liepa, la esposa de uno de los asesinados y que se convierte en una mujer determinante para este inspector sueco, que durante esos días ha atravesado serios problemas de salud, la estresante relación con su hija y la desatención que le presta a su anciano padre. Si usted quiere ser cómplice de la resolución de este caso, lo invito a que se adentre a las páginas de esta novela, que lo sorprenderá a lo largo de sus múltiples acontecimientos.

lunes, 11 de julio de 2011

Combos familiares

Si la palabra combo le es conocida, seguramente será por varias razones. Una de ellas es la gama de promociones que realizan restaurantes, diversos almacenes, pasando por paquetes de viajes hasta hoteles.

Una de sus definiciones del diccionario es un “lote de varias cosas que vienen juntas o que se venden por el precio de una”. De tal manera que si usted llega a alguno de los lugares donde se promueve, encontrará que es “mejor para el cliente” aprovechar los servicios de combos familiares, ya que de esa manera se puede ahorrar un poco de plata.
Otra oferta de combo es la de los viajes: si va con fulano y mengano o se viaja con niños o con la suegra, entonces, puede aprovechar estas promociones.



Traigo a colación lo anterior, pues la “oferta” electoral que ofrecen los candidatos para las próximas elecciones viene con combos familiares. Casi, casi como restaurante de comida rápida o agencia de viajes. Si usted se percata de la gama de apellidos que encabezan listados, carteles y publicidad, notará que muchos partidos ofrecen los benditos combos. Digamos que usted quiere que su candidato llegue a presidente, también puede optar para que el hijo sea alcalde. O, si usted preferiría que perencejo llegue a alcalde, pues que su compañera llegue a presidente. Otros combos familiares se promueven también entre divorciados y esposos: él a la alcaldía, ella al Congreso o viceversa. Pero los votantes también encontrarán con ofertas que, aunque son combos familiares, digamos, que no son del mismo color y el mismo simbolito. Es decir son antagonistas como por ejemplo, encontramos con que una es madre y el otro su hijo; una hermano contra la otra; tíos con sobrinos, familiares políticos o hasta la ex de alguno que ya estuvo en la guayaba. Entonces, quien emitirá su sufragio tendrá que escoger entre uno u otro. Algo así como cuando uno ya pidió arroz y la señorita le dice: “no se puede, tiene que tomar otra opción, le ofrecemos verdura o”… ¡Ah, la política y los combos familiares, a ver si traen postre!