lunes, 27 de agosto de 2012

Sobrevivir

Cada día nos enfrentamos a distintos retos. Nos levantamos y tras despabilarnos, lo primero que se nos viene a la mente es cómo vamos a pasar el día, cómo vamos a resolver lo pendiente, cómo sobrevivir a este país. Son luchas cotidianas, invisibles, que libramos constantemente y que a veces pasan desapercibidas, como las que realizan las mamás tratando de multiplicar la comida para que alcance para todos. Como las de aquellos que salen de madrugada para su trabajo, a pie, subiendo cuestas, saltando charcos, evitando camionetas refugiándose en las orillas de las carreteras. O aquellos que se suben a la moto, con mujer y dos hijos y cual lecheros reparten familia entre escuelas y oficinas. Sí, sobrevivir en este país, que nos reta a dejar la vida en cualquier esquina, es tomar el machete, cortar la grama ajena, limpiar la maleza de terrenos baldíos; es salir a la calle con una armónica y caminar decenas de kilómetros ofreciendo afilar cuchillos, reparar zapatos rotos. Es caminar con un hijo en la espalda, mientras las manos se revientan por cargar fruta, manías o flores. Es también pararse debajo del sol por más de 8 horas, levantar la mano para dar la vía, aspirar humo negro, recibir insultos, lluvia y hasta polvo. Lo es también desgalillarse frente a estudiantes, calificar, preparar clases. Me quedo corto, lo cierto es que todos los días nos transformamos en hormigas, salimos a “cazar” los alimentos, evitamos que nos aplaste un malicioso pie o un oso hormiguero hambriento. Además de trabajar, estudiar, salir adelante, debemos sortear la violencia, cierta estupidez política y burocrática. También la insolencia de algunos, egoísmos, ansias de corrupción y degeneración.

Si lo logramos, llegamos felices a nuestras casas, saludamos, acariciamos al perro, comemos, nos dormimos, como preparándonos para sobrevivir al día siguiente.